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Honduras

Contexto humanitario

Honduras, la segunda nación más empobrecida de Centroamérica, enfrenta una desigual distribución de ingresos y riqueza, resultando en que más del 65% de su población viva en condiciones de pobreza. En zonas rurales, aproximadamente uno de cada 5 hondureños vive en pobreza extrema. Es también el país que enfrenta los niveles más altos de desigualdad económica de Latinoamérica. La corrupción y la violencia es una problemática arraigada, y su economía frágil se sustenta principalmente en la exportación de banano y café.

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BENEFICIARIOS

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TRABAJADORES

 

Nuestra actividad

En 2023, a través del Consorcio LIFE-Honduras llegamos a 68 050 personas con actividades de protección, a 13 955 en términos de nutrición y asistencia alimentaria, 177 618 personas con actividades de agua, saneamiento e higiene y a 12 400 niñas y niños con educación y 33 100 personas con servicios de salud.

También respondemos a las cambiantes necesidades humanitarias de las poblaciones en movilidad en Honduras, proporcionando servicios de agua, saneamiento e higiene, albergue temporal y transferencias monetarias multipropósitos a familias en situación de extrema precariedad.

En Honduras también hemos respondido a las emergencias de las inundaciones provocadas por tormentas tropicales, apoyando a comunidades que cada año tienen que ser evacuadas y sufren pérdidas humanas y económicas por estos fenómenos climáticos extremos. Trabajamos por estabilizar las necesidades básicas de los hogares, en particular, las de alimentos y artículos no alimentarios, y contribuir a la restauración de los medios de vida de las poblaciones que sufren una crisis agravada. Los municipios que hemos podido atender con apoyo de Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SIDA) son San Manuel, Villanueva, Potrerillos y La Lima, en el departamento de Cortés. 

Desarrollamos acciones de nutrición para la prevención y la recuperación de niños y niñas con desnutrición aguda en ocho departamentos del país, dentro de las cuales se está apoyando la actualización y elaboración de guías normativas para la atención de la desnutrición aguda en colaboración con la Secretaria de Salud (SESAL) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).  

A través del Convenio de Resiliencia Climática de la AECID contribuimos a la lucha contra el cambio climático y al empoderamiento de mujeres en 7 cooperativas, con 800 personas beneficiarias.

DÓNDE
AYUDAMOS

Ayudamos a 24,5 millones de personas anualmente. Trabajamos en 55 países de África, Asia, América Latina y Europa, los más amenazados por el hambre.

TESTIMONIOS

JOEL: "NUNCA JAMÁS VOLVERÍA A HACER ESTE VIAJE"

Desde hace meses, Honduras se ha convertido en territorio de tránsito de migrantes que proceden de otros continentes y/o principalmente de Sudamérica o el Caribe, y que deciden aventurarse en una ruta migratoria que los expone a numerosos riesgos a lo largo de su travesía hacia el Norte. Según el Instituto Nacional de Migración (INM) entre el 1 de enero y el 25 de agosto de 2022, se registró el ingreso de forma irregular de 84.762 personas (28% mujeres, 55% hombres y 17% niños y niñas).

Del total de personas que reporta el INM, 83.623 lo hicieron por puntos no autorizados de Danlí (40.100) y Trojes (25.474), más conocidos como puntos ciegos, ubicados en el fronterizo departamento de El Paraíso, al sur del país. En ambas localidades, se agolpan cada mañana cientos de migrantes en las puertas del Centro de atención del Instituto Nacional de Migración. Procedentes de multitud de países de Latinoamérica e incluso de África, buscan los papeles que les permitan seguir transitando por el país y continuar su ruta hacia Guatemala, México y, finalmente, EEUU. Aquí deberán de pagar una multa de más de 200$ a no ser que demuestren una circunstancia de vulnerabilidad, pero lejos de ser una realidad, lo cierto es que tan solo la posibilidad se ha convertido en un efecto llamada. Una situación migratoria que azota el sur de Honduras poniendo en riesgo la estructura social de la zona, así como la salud sanitaria y alimentaria de migrantes y locales.

Una de las historias es la de Joel Yamil. De origen cubano, Joel decidió abandonar Uruguay para encontrar unas mejores condiciones de vida en otro país, quizás en Estados Unidos. Joel asegura que en Uruguay los salarios son mínimos y el precio de la comida muy alto. “Los uruguayos son unas bellísimas personas, pero la vida allí es muy difícil. Yo trabajaba en un matadero en San Antonio Canelones y ganaba el salario mínimo de 21.000 pesos, a veces 30 o 36.000. Pagaba mi renta, el agua, la comida, no me quedaba ni dinero para echarle a la moto. No podía mantenerme los días que restaban del mes. Así que decidí emigrar. Y sobre todo porque no podía ayudar a mi familia. Porque los que emigramos lo que queremos es ayudar a la familia”.

La esperanza de una vida mejor pronto se desvaneció. “Nunca jamás volvería a hacer este viaje”, y añade: “A nosotros nos pusieron una escopeta en la cabeza. A 12 personas, nos quitaron todo, se comieron nuestra comida delante nuestra y me machacaron mi pasaporte con un cuchillo”, relata. Atravesar la selva supuso enfrentarse a numerosos peligros. “La guerrilla colombiana junto con los indios, nos trataron como si fuéramos perros. A una mujer embarazada la querían violar”. “Nos soltaron y el compañero que nos guiaba nos dejaba solos, sin conocer la selva, desorientados. Como perros. Pero a los perros se les trata mejor que como nos trataron a nosotros. Si no tienes dinero, no avanzas”.

“Nos van robando. Nos robaron 900$ nada más salir. Cuando llegamos a la selva nos gastamos 1400$. No pagamos coyotes, íbamos por nuestra cuenta, pero nos cobraban más por todo, el doble. Cuando llegamos a Perú una persona se ofreció a ayudarnos y nos estafó 500$. Tuvimos que montarnos a lo loco en una lancha porque no teníamos dinero para seguir gastando. La lancha que tuvimos que coger en Colombia fue uno de los días más tristes de mi vida. La lancha chocó con un palo en medio del mar y aquello cargado de niños chiquitos, la lancha comenzó a llenarse de agua, no dábamos a basto para sacarla… al día siguiente aparecimos solo algunos vivos a las 10 de la mañana porque un lanchero avisó por teléfono y vinieron a rescatarnos”.

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