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Etiopía

Contexto humanitario

En Etiopía han aumentado la inseguridad alimentaria, los desplazamientos y la pobreza debido al hambre, crisis humanitarias, largas sequías en el sur y el sureste del país y conflictos en Oromía occidental, Benishangul-Gumaz y en el norte, así como inundaciones en Gambela y partes de la región somalí. 

En todo el país, 22,6 millones de personas requirieron ayuda humanitaria para sobrevivir en 2022, pero la financiación humanitaria no creció al mismo ritmo que sus necesidades. Al final del año, solo se había asistido a la mitad de esta población. Las tasas nacionales de pérdida de peso excesiva y retraso en el crecimiento también aumentaron. En concreto, entre 2019 y 2022, la tasa de desnutrición aguda pasó de un 7% a un 11% en toda Etiopía, mientras que el retraso del crecimiento subió de un 37% a un 39%. 

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BENEFICIARIOS

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trabajadores

Nuestra actividad

Acción contra el Hambre brinda ayuda humanitaria en Etiopía, atendiendo zonas afectadas por catástrofes y de difícil acceso. Nuestras intervenciones en nutrición, sanidad, agua, saneamiento e higiene, seguridad alimentaria y medios de vida ayudan a proteger a millones de personas necesitadas. 

En 2022, llegamos a 2,9 millones de personas en 61 distritos afectados por conflictos y sequías en las regiones de Tigray, Amhara, Benishangul-Gumaz, Gambela, Oromía y Somalia, alcanzando un 45% más de población que el año anterior. Con mayor financiación y cobertura territorial, priorizamos las necesidades urgentes de las comunidades más afectadas, especialmente niños y madres. Acción contra el Hambre impulsó la recuperación y fortaleció la resiliencia del país.

DÓNDE
AYUDAMOS

Ayudamos a 24,5 millones de personas anualmente. Trabajamos en 55 países de África, Asia, América Latina y Europa, los más amenazados por el hambre.

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MEDINA: "ESTOY TAN FELIZ Y EMOCIONADA PORQUE AHORA MUNIRA CORRE, VA DE AQUÍ PARA ALLÁ"

Medina, de 21 años, vive con su esposo Isac y su hija de 18 meses, Munira, en Guchi, Etiopía. En su pequeño pueblo, Medina hace grandes esfuerzos por su familia. Su esposo a menudo está fuera, pastoreando el ganado familiar durante horas para ganar un ingreso. A pesar de estar embarazada de nueve meses, durante estos largos períodos, Medina continúa cuidando de la familia, buscando agua, haciendo las labores domésticas y cocinando.

Familias como la de Medina, que dependen del ganado para alimentarse e ingresar dinero, enfrentan constantemente las realidades de la crisis climática. La sequía y las largas estaciones secas significan que los agricultores a pequeña escala a menudo no pueden alimentar a su ganado. Sin dinero ni acceso a alimentos o leche, las comunidades, especialmente los niños pequeños, pasan hambre.

El período de hambre a menudo ocurre durante la temporada seca. Para algunas de las personas más pobres, esto provoca un aumento en los casos de desnutrición severa. "Cuando no llueve, el ganado tiene hambre y no tienen nada que comer, así que a su vez no obtenemos leche y pasamos hambre", explica Medina.

Hace ocho meses, la hija de Medina, Munira, comenzó a perder peso y rechazar su comida. "Munira no comía", explica Medina. "No tenía fuerza, no sabía qué hacer. La sostenía todo el tiempo". Al principio, Medina pensó que Munira se recuperaría por sí sola y comenzó a tratar a su hija con remedios tradicionales.

Munira no podía retener comida en el estómago y vomitaba inmediatamente después de comer. Medina estaba cada vez más preocupada y desesperada por no saber cuál era el problema de su hija. Veía a su hija perder peso todos los días.

"La única forma en que puedo expresar el dolor que pasé es que estaba corriendo con Munira de un hospital a otro y buscando ayuda, dejando todo el trabajo que tenía que hacer atrás”, relata Medina. Durante meses, Medina golpeaba las puertas de los vecinos pidiendo ayuda. Incluso fue a hospitales, pero nadie sabía cómo tratar a Munira.

El estrés de ver empeorar la salud de su hija hizo que Medina perdiera el apetito. Poco después, comenzó a perder peso ella misma. "Todos estaban preocupados, toda mi familia estaba preocupada. Dejé de comer porque estaba tan preocupada de que ella muriera", dice Medina.

Un día, el personal de salud y nutrición de Acción contra el Hambre visitó la comunidad de Medina para concienciar sobre la desnutrición. Fue entonces cuando Medina se enteró de los programas de tratamiento de la desnutrición de Acción contra el Hambre.

Munira fue admitida en un programa que le salvó la vida, donde fue tratada con medicamentos y se le proporcionó alimento terapéutico listo para usar (RUTF), una pasta a base de cacahuete utilizada para tratar a niños que sufren de desnutrición. "El personal de Acción contra el Hambre verificó su peso y me dio alimento terapéutico para dárselo tres veces al día", dice Medina y señala, además que “Se aseguran de que estemos siguiendo las instrucciones y comiendo adecuadamente el alimento terapéutico al verificar su peso”.

Después de su tratamiento y cuidado seguimiento, Medina notó un cambio positivo en su hija. “Me di cuenta de que su barriga estaba creciendo y su cuerpo se estaba volviendo más grueso”. La perseverancia de Medina ha salvado la vida de Munira. "Estoy tan feliz y emocionada porque ahora Munira corre, va de aquí para allá", dice Medina. "Ahora puedo hacer cualquier cosa en mi casa si quiero porque ella corre y juega. Eso me hace muy feliz". Y solo los sueños ocupan los pensamientos de Medina: "cuando crezca, quiero enviarla a la escuela y le deseo todo lo posible en el futuro".

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