Una nueva cifra para el hambre en el mundo
Por tercer año consecutivo, aumenta el hambre en el mundo. El pasado mes de septiembre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, presentó su informe anual sobre “el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018” dando a conocer las nuevas cifras del hambre: 821 millones de personas, lo que supone que una de cada nueve personas padece malnutrición. Seis millones más que en 2017, rompiendo por tercer año consecutivo la tendencia positiva alcanzada en las dos últimas décadas.
Este aumento del hambre en el mundo se debe a las numerosas guerras y conflictos activos que existen. Países como Siria, Yemen, Nigeria y la región del lago Chad, Somalia, Sudán del Sur, Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo o Myanmar viven actualmente un conflicto armado, en muchos de ellos, sin una solución a corto plazo.
Las consecuencias son innumerables, entre ellas la destrucción de los mercados y los medios de vida, provocando no solo desplazamientos masivos que disparan el riesgo de padecer desnutrición de la población –como la crisis actual que vive la población rohingya en Bangladesh, sino también generando una inseguridad alimentaria y competencia por los recursos naturales y de los alimentos.
Acabar con el hambre como arma de guerra
Cada vez es más común el uso del hambre como arma de guerra mediante el asedio sistemático a la población civil, el ataque a las infraestructuras básicas como el agua y medios de vida o el bloqueo de la ayuda humanitaria. Este hecho se debe a que cada vez los conflictos armados son dirigidos por grupos armados con pocos recursos militares y no por ejércitos regulares, que encuentran en el hambre un arma de guerra muy barata.
Nuestro trabajo no solo es actuar ante estas emergencias sino también acompañar en los procesos post-conflicto, sin dar por hecho que con la firma de los tratados de paz se resuelven todos los problemas, ya que la reconstrucción de medios de vida y tejido económico y social puede conllevar años tras finalizar el conflicto. Un ejemplo de ello es Colombia y las ex repúblicas soviéticas de Cáucaso Sur.
Desde Acción contra el Hambre nos movilizamos para pedir que se desarrollen medidas para aplicar la resolución de Naciones Unidas a fin de evitar el uso del hambre como un arma de guerra y para garantizar el acceso directo a las víctimas de la ayuda humanitaria.
Además, es necesario multiplicar por tres en un plazo de seis años la inversión en prevención y tratamiento de la desnutrición aguda, punta del iceberg del hambre, que afecta a 50 millones de niños, uno de cada doce en el mundo. Con el fin de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de lograr el Hambre Cero para 2030.