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Supporting thousands of Lebanese and displaced people
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Líbano: "Cada vez que hay un ruido, su hija salta pensando que ha habido un ataque. En ese momento, comprendí cuánto tiempo permanecerán las cicatrices del conflicto"

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"Cada vez que se cierra una puerta, su hija salta, convencida de que el lugar ha sido atacado. En ese momento, comprendí cuánto tiempo permanecerán las cicatrices del conflicto", explica un trabajador de Acción contra el Hambre en el Líbano.

Tras la escalada de octubre de 2024, miles de personas se enfrentaron a una nueva y dura realidad: desplazamientos, pérdida de medios de subsistencia y crecientes problemas sanitarios, psicológicos y sociales. Mientras las familias intentan regresar a sus hogares, muchas casas siguen en ruinas o no son habitables. Las escuelas luchan por reabrir, mientras que los hogares se quedan sin electricidad, agua corriente ni alimentos suficientes. El acceso a la atención sanitaria sigue gravemente interrumpido, lo que deja a muchos residentes ya vulnerables sin ningún lugar al que acudir.

En respuesta, Acción contra el Hambre y Amel International, con el apoyo del Centro de Crisis y Apoyo del Ministerio francés de Europa y Asuntos Exteriores (CDCS), pusieron en marcha un proyecto humanitario integral que se llevó a cabo desde finales de 2024 hasta agosto de 2025. Durante doce meses, la iniciativa llegó a más de 15.000 personas en Saida, Tiro, Nabatieh, Marjeyoun y Beirut, aportando ayuda concreta y práctica a comunidades que se habían quedado sin nada.

Salud mental: Ayudar a las personas a superar los traumas

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En tiempos de crisis, las heridas no son sólo físicas. La salud mental se convirtió en una de las necesidades más urgentes y más desatendidas. En los refugios, las familias siguen sin saber si algún día volverán a sus hogares, aferrándose a la esperanza de seguir teniendo un techo sobre sus cabezas, ya que muchos refugios están cerrando poco a poco, dejando a las familias sin ningún lugar adonde ir. 

A través de tres centros de atención primaria en Saida, Ain El-Remmaneh y Ashrafieh, 947 personas recibieron apoyo especializado en salud mental para hacer frente a la ansiedad, el trauma y el estrés. Cientos más participaron en actividades de apoyo comunitario y sesiones de sensibilización que ayudaron a restablecer la resiliencia y la sensación de control. "Después de todo lo que pasé, mi corazón empezó a acelerarse y mis piernas no podían llevarme. Pero desde que vine a esta sesión, me he beneficiado mucho: me sentía mejor y mi mente estaba tranquila. Antes estaba tensa y tenía miedo. Me enseñaron a no tener miedo, a no hacerme daño. Realmente me reconfortó", dijo Tarfa, una de las personas apoyadas.

Apoyo a la nutrición de niños y madres

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Para las familias desplazadas, poner alimentos nutritivos en la mesa se ha convertido en una lucha diaria. Muchos padres recurren al pan y al té, incapaces de permitirse verduras, leche o carne. En los refugios, la falta de intimidad ha obligado a muchas madres a dejar de amamantar a sus hijos, lo que aumenta el riesgo de desnutrición, especialmente para los bebés y los niños pequeños.

Los equipos de Acción contra el Hambre examinaron a 744 niños y niñas en busca de desnutrición y proporcionaron suplementos a 507 de ellos. Cientos de madres y cuidadoras asistieron a sesiones prácticas sobre alimentación de lactantes y menores, convirtiendo las conjeturas diarias en decisiones informadas que protegen la salud de los niños y las niñas.

"Antes de la sesión, no sabía cómo preparar una comida equilibrada para mi hija. Ahora puedo darle tentempiés, verduras y frutas; me alegré mucho", dijo Dana, una madre que asistió.

También se formó al personal sanitario para detectar y tratar los problemas de nutrición en una fase temprana, antes de que pusieran en peligro la vida. "Ahora tenemos las herramientas para detectar problemas y actuar con rapidez, no sólo en teoría sino en la práctica", afirmó una matrona de Amel.

Satisfacer las necesidades básicas de las familias desplazadas

Para las familias obligadas a abandonar sus hogares de repente, la prioridad era garantizar la dignidad, el calor y la seguridad. Muchos llegaron a los refugios sin nada más que la ropa que llevaban puesta, dejando atrás todas sus pertenencias. Los equipos sobre el terreno distribuyeron 1 357 equipos de socorro que contenían mantas, colchones, calefactores, utensilios de cocina y lámparas solares, artículos pequeños pero esenciales que convirtieron las habitaciones desnudas en espacios habitables. Además, se proporcionó ayuda de emergencia en efectivo a 1 215 familias desplazadas para ayudarles a cubrir sus necesidades más urgentes.

El proyecto concluye, pero se necesita un compromiso permanente

Cuando el proyecto finalizó en agosto de 2025, miles de familias seguían en el limbo: algunas en refugios temporales, otras en casas dañadas, aún sin ingresos estables ni atención sanitaria fiable. Para muchos, había sido la primera ayuda real desde que comenzó la crisis. Su cierre deja un profundo vacío, ya que la gente sigue viviendo día a día, sin saber cómo cubrirán incluso sus necesidades más básicas. Sin un apoyo sostenido, sus luchas silenciosas corren el riesgo de caer en el olvido.

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