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Estación de hambre en el Sahel: una crisis dentro de la crisis

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mapa sahel

La inseguridad alimentaria que en 2021 atraviesan los habitantes de Sahel es alarmante y cada vez más aguda. Actualmente, cerca de 29 millones de personas que viven en la decena de países que forman parte de esta franja ubicada al norte del continente africano, precisan de asistencia y protección frente a una inminente crisis humanitaria.

Esta situación se produce en un momento en el que tiene lugar la estación del hambre, también conocida como soudure. Se trata de una compleja situación que se ve agravada por la crisis multifactorial que se vive en Sahel. Nos referimos a la dificultad para acceder a los alimentos, los conflictos armados y de violencia, la pobreza extrema, la crisis económica, el crecimiento demográfico acelerado, la desnutrición y la falta de educación entre las niñas y niños.

¿Qué es la brecha del hambre o estación del hambre en el Sahel?

La estación del hambre, brecha del hambre o época de soudure en Sahel es el período de escasez que comienza con la llegada del verano en junio, cuando los alimentos producidos en la cosecha anterior se comienzan a agotar y se hacen más costosos y difíciles de adquirir, y termina en octubre con la siguiente cosecha.

Este año 2021 la estación del hambre en Sahel ha comenzado coincidiendo con la crisis de la COVID-19 que ha agravado la situación. Esto ha agudizado los problemas que ya existían previamente y ha convertido a los países que lo conforman en epicentros del hambre. Esto ha afectado la situación nutricional e incrementando el riesgo de pasar hambre a millones de personas, especialmente a la población más vulnerable: niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y ancianos. 

¿Qué está pasando en el Sahel?

  • Este 2021 la situación alimentaria y nutricional se ha vuelto más dramática y los estudios reflejan cifras sin precedentes:
  • El número de personas vulnerables con necesidad de asistencia aumentó en un 181% en comparación con 2019 y en un 59% respecto a 2020. Actualmente 27.072.615 personas están en situación de vulnerabilidad alimentaria y nutricional.

    Desde 2019 la inseguridad alimentaria se incrementó en un 76%. A ello contribuyó el aumento de los precios de los alimentos que hace que el acceso a ellos sea cada vez más difícil.

  • La tasa de desnutrición aguda global en diferentes países del Sahel supera el 10% de la población, cifra establecida por la OMS como umbral de desnutrición en alerta.
  • En otras regiones, especialmente en Sahel central y en el Lago Chad, prevalece una tasa de desnutrición por encima del 15%, catalogada como umbral de desnutrición de emergencia por la OMS.
  • De acuerdo a los países que conforman el G5 Sahel (Chad, Mauritania, Burkina Faso, Malí y Níger), alrededor de 6.057.000 habitantes de la franja se encuentran con desnutrición aguda alta o superior a la habitual (fase 3 de situación de crisis alimentaria).
  • Las poblaciones en crisis alimentarias en fase 4 y 5 (con altos índices de desnutrición aguda y exceso de mortalidad) se han multiplicado por 8 entre 2019 y 2021. En tal sentido, actualmente se estima que más de 811.000 personas requieren asistencia inmediata.
  • PMA y UNICEF calculan que alrededor de 2.900.000 niños y niñas (entre 6 y 59 meses) podrían llegar a sufrir por desnutrición aguda, mientras que la desnutrición aguda severa podría afectar a unos 770.000 niños menores de 5 años.
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hambre estacional

¿Por qué es más agudo el impacto de la estación del hambre en el Sahel?

Cómo es de esperar, las estadísticas no son alentadoras. Todo lo contrario. Denotan un progresivo deterioro de las condiciones de vida de los habitantes de Sahel y el aumento de las personas que pasan hambre. Y es que los problemas por los que regularmente atraviesan sus habitantes se agudizan con la llegada de la temporada de escasez, al tiempo que sirven para empeorarla. Se habla de una crisis dentro de la crisis:

El cambio climático y la disminución de la producción agrícola

Las sequías, la reducción de las zonas de cultivo, las inundaciones y las plagas, entre otros desastres naturales producto del cambio climático son frecuentes y extremos. Todos estos hechos conforman los ingredientes para una tormenta perfecta que perjudica gravemente a la producción agrícola de esta región en la que más del 90% de los habitantes depende de la agricultura de subsistencia y deja millones de euros en pérdidas.

Constantes conflictos armados

Entre 2018 y 2020 se estima que los incidentes de seguridad se incrementaron en más del 114%. Esto ha incidido en el aumento de más del 61% de la población desplazada en los últimos dos años y ha deteriorado indudablemente las condiciones de vida. Solo en la cuenca del lago Chad la inestabilidad provocada por Boko Haram afecta a 30 millones de personas en Camerún, Chad, Níger y Nigeria.

Un ingrediente más: el impacto de la Covid-19

La pandemia por Covid-19 no solo ha profundizado la crisis sanitaria que ya se venía viviendo, también ha inducido al descuido de temas de desnutrición. Esto, sin contar con el impacto que ha producido en materia alimentaria: cierre de mercados, disminución de la producción agrícola, baja de las oportunidades de empleo y de los ingresos, incidencias y retrasos en cuanto al procesamiento, distribución, almacenamiento y entrega de alimentos, inflación, entre otros.

Por mencionar un ejemplo, en Chad los precios de los alimentos, puntualmente los cereales, experimentaron un alza del 4 al 27% haciéndolos inaccesibles para la población.

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Sahel, millones de personas vulnerables lo convierten en epicentro de la lucha contra el hambre

Son muchas condiciones desfavorables que convergen: crisis económica, conflictos y violencia civil, la inaccesibilidad de los servicios públicos, el cambio climático, la Covid-19, la inseguridad alimentaria y, ahora, la temporada de escasez ponen a millones de personas, especialmente a las poblaciones más vulnerables, como foco del sistema humanitario en la lucha contra el hambre y de las actividades para la prevención del hambre y las crisis humanitarias.

En Acción contra el hambre, durante el período de cosecha, reforzamos los trabajos de prevención, detección y tratamiento de la desnutrición. En tal sentido, el refuerzo de las redes comunitarias para la vigilancia de las condiciones nutricionales de los más pequeños y la distribución de alimentos y complementos alimentarios a familias en situación de riesgo, a niños y mujeres embarazadas nos permiten aportar nuestro grano de arena para salvar vidas.

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