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Wadha, 40, and her husband Abu Ahmad, 52, with their child
Wadha, 40, and her husband Abu Ahmad, 52, with their child

Camiones cisterna para salvar vidas en Al-Hassakeh, Siria

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Wadha, de 40 años, y su marido Abu Ahmad, de 52, de Al-Hassakeh, en Siria, vivían antes una vida sencilla pero estable con sus cinco hijas, que no saben leer ni escribir, ya que no han pisado un aula desde 2011, cuando se deterioró la situación en el país.

Abu Ahmad, el único sostén de la familia, hacía todo lo que podía para mantenerla. Su motocicleta era su salvavidas: repartía mercancías, transportaba personas y ganaba lo justo para llevar comida a la mesa. Pero ahora las motocicletas están prohibidas por motivos de seguridad: "mi única fuente de ingresos ha desaparecido, tengo que encontrar otra forma de ganar dinero".

 

Su casa de alquiler es una preocupación constante. Cada mes, luchan por pagar el alquiler.

El agua, algo tan básico, se convirtió en una lucha diaria. Al principio, la recogían de fuentes poco fiables, luego se vieron obligados a comprarla a camiones cisterna privados, gastando lo poco que tenían sólo para beber y lavarse. El coste era insoportable. Sólo cuando empezaron a recibir agua del servicio de camiones cisterna de Acción contra el Hambre, financiado por SIDA, sintieron por fin cierto alivio.

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Wadha

 

Durante los dos últimos años, el servicio de camiones cisterna ha sido un salvavidas para todo el vecindario. Les ha ahorrado un gasto más. Pero la supervivencia sigue siendo una lucha diaria que afrontan con entereza.

 


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Ahmad

Ahmad, de 50 años, y su esposa Umm Ali, de 40, nunca imaginaron que tendrían que elegir entre alimentar a sus hijos o educarlos. Antes llevaban una vida tranquila en su pueblo, trabajando en sus tierras agrícolas y soñando con un futuro brillante para sus cinco hijos. Pero cuando los enfrentamientos armados llegaron a su puerta, todo cambió.

 

El conflicto armado de hace años les obligó a huir, dejando atrás no solo su hogar, sino toda su forma de vida. Llegaron a la ciudad en 2019 sin más esperanza que la de poder reconstruir. Sin tierras que cultivar, Ahmad abrió una pequeña tienda, tratando de mantener a su familia. Pero cada día es una lucha, especialmente cuando sus hijas tuvieron que abandonar la escuela. El coste de los cursos extra e incluso del material escolar básico se hizo imposible de pagar.

 

El agua ha sido otra batalla. Solían comprar agua potable a caros camiones cisterna privados, antes de que llegara a su barrio el servicio de camiones cisterna proporcionado por Acción contra el Hambre y financiado por SIDA. Utilizan el agua suministrada para beber y cocinar y dependen del agua del pozo de un vecino para limpiar la casa, agua que no siempre está limpia. "A veces, cuando no hay agua suficiente para las dos familias, pasamos hasta diez días sin limpiar nuestra casa", cuenta Ahmad.

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Ahmad

 

Durante los dos últimos años, el servicio de camiones cisterna ha sido un salvavidas: "Nos ha ahorrado dinero, dinero que podemos emplear en comida y en las necesidades de nuestros hijos".

 

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