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Nazareth, distrito de Imaza, provincia de Bagua, departamento de Amazonas
Nazareth, distrito de Imaza, provincia de Bagua, departamento de Amazonas

Amazonía: la salud de los pueblos indígenas está en riesgo

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Por Camilla Esposito, voluntaria del programa internacional de la Unión Europea “Cuerpo Europeo de Solidaridad” en Acción contra el Hambre

La Amazonía es reconocida a nivel global por su extraordinaria biodiversidad y su importancia crítica en la regulación del clima del planeta. Alberga el 10 % de las especies conocidas en el mundo y provee bienes y servicios ecosistémicos esenciales: regula la temperatura, produce agua dulce y fija el carbono, contribuyendo así a mitigar los efectos del cambio climático.

En Perú, donde sus bosques cubren entre el 60% y el 61% del territorio nacional, a lo largo del río Amazonas y sus afluentes, se han desarrollado civilizaciones importantes cuyos descendientes habitan aún hoy sus orillas, dedicándose a la caza, la pesca y a la agricultura, en estrecho equilibrio con el ecosistema que los rodea y del cual forman parte integral.

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Adolescente Awajún de la comunidad indígena “La Curva”, en la selva del Perú, participa en un simulacro de respuesta ante derrame de petróleo, en el marco del proyecto "Respuesta Rápida Indígena", ejecutado por Acción contra el Hambre y financiado por la Unión Europea.

© Diana Ruby Yarlaqué para Acción contra el Hambre

Adolescente Awajún de la comunidad indígena “La Curva”, en la selva del Perú, participa en un simulacro de respuesta ante derrame de petróleo, en el marco del proyecto "Respuesta Rápida Indígena", ejecutado por Acción contra el Hambre y financiado por la Unión Europea.      

Hoy ese equilibrio se encuentra amenazado por actividades económicas extractivas incontroladas —legales e ilegales— como la tala, la minería y la explotación de petróleo y gas, las cuales ponen en riesgo la vida y el bienestar de los 51 pueblos indígenas oficialmente reconocidos por el Estado peruano. Tal como indicaba la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) hace algunos años en su página web: «Si no tenemos territorio, somos un pueblo indígena sin vida y, por tanto, estamos sentenciados a ser exterminados». 

De hecho, para los pueblos de la selva, el territorio no es solo una fuente de sustento, sino también el pilar de su cultura ancestral, fundamento de su cosmovisión e identidad colectiva.

Autonomía indígena

Frente a estas amenazas, y en concordancia con el derecho internacional, en las últimas décadas las comunidades indígenas se han organizado políticamente para lograr un mayor control sobre los territorios que habitan y sus recursos, evolucionando de comunidades independientes a federaciones, hasta llegar a las experiencias actuales de gobiernos territoriales autónomos. 

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El pueblo Awajún, también conocido como Aguaruna, es el segundo pueblo indígena amazónico más numeroso del Perú, con una población de más de 70.000 personas. Se caracteriza por su fuerte compromiso con la defensa de su territorio ancestral.

© Diana Ruby Yarlaqué para Acción contra el Hambre

El pueblo Awajún, también conocido como Aguaruna, es el segundo pueblo indígena amazónico más numeroso del Perú, con una población de más de 70.000 personas. Se caracteriza por su fuerte compromiso con la defensa de su territorio ancestral.

De esta necesidad nació, en diciembre de 2021, el Gobierno Territorial Autónomo Awajún (GTAA), conformado por 245 comunidades titulares y un total de 488 localidades, incluyendo anexos. Su objetivo es consolidar una estructura de gobierno propia, basada en la visión, los valores y la cultura Awajún, para administrar de manera autónoma ámbitos tan diversos como la salud, la educación, la seguridad alimentaria y la gestión del riesgo de desastres, en territorios profundamente impactados por la actividad extractiva.

Salud pública: un sistema frágil 

La salud pública es uno de los sectores más vulnerables y desatendidos en la Amazonía peruana. No es casualidad que los departamentos de la selva sigan ocupando los últimos lugares en los índices nacionales de desarrollo humano. La región enfrenta desafíos graves debido a la persistencia del dengue, la malaria y otras enfermedades infecciosas. Las tasas de mortalidad infantil son unas de las más altas en el país. 

Factores como el aislamiento geográfico, la pobreza y el cambio climático aumentan la vulnerabilidad de la población, limitando el acceso a la salud a familias indígenas que dependen del transporte fluvial. Sin embargo, estas condiciones, aunque importantes, no explican por completo la falta de acceso de la población a una atención de salud de calidad. Esta situación se relaciona, más bien, con las deficiencias estructurales del sistema sanitario local y nacional. En Amazonas, donde se centra la intervención de Acción contra el Hambre, las infraestructuras de salud son insuficientes y muchas veces carecen del equipamiento mínimo necesario y de oferta móvil operativa para trasladar los casos urgentes. A ello se suma un déficit critico de personal de salud. En el año 2023, se calculaba la presencia de 402 médicos, apenas el 1,13% del total nacional.

En este contexto, una de las prioridades del Gobierno Territorial Autónomo Awajún (GTAA) es coordinar con las Redes de Salud para identificar vulnerabilidades y necesidades urgentes. Como explica su directora de salud, Nelsi Samekash Bakuants:«Tener un diagnóstico situacional de salud será uno de nuestros primeros pasos para solicitar apoyo al gobierno regional. Aunque todas las comunidades cuentan con puestos de salud, la carencia de personal, medicamentos y materiales es enorme, sobre todo en zonas como Kagkas (Río Santiago, Condorcanqui, Amazonas), constantemente afectadas por derrames de petróleo».

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Equipo de Acción contra el Hambre conversa con la Directora de Salud del GTAA en su oficina en Chiriaco, departamento de Amazonas.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

Equipo de Acción contra el Hambre conversa con la Directora de Salud del GTAA en su oficina en Chiriaco, departamento de Amazonas. 

Derrames de petróleo: una amenaza persistente

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Comuneros y comuneras del sector Buchigkis, Imaza, en Amazonas, participan en un taller de Gestión del Riesgo de Desastres junto al Instituto Nacional de Defensa Civil, el GTAA y Acción contra el Hambre.

© Diana Ruby Yarlaqué para Acción contra el Hambre

Comuneros y comuneras del sector Buchigkis, Imaza, en Amazonas, participan en un taller de Gestión del Riesgo de Desastres junto al Instituto Nacional de Defensa Civil, el GTAA y Acción contra el Hambre. 

Los derrames de petróleo son una realidad cotidiana para los habitantes de la selva. Según Oxfam, entre 1997 y parte del 2021 se registraron en Perú más de mil derrames, de los cuales 566 ocurrieron en la Amazonía. Más del 70 % de estos desastres ecológicos fueron causados por la corrosión o fallas operativas en las infraestructuras de transporte de petróleo, pues por responsabilidad directa de las empresas operadoras.

En el año 2016, ocurrió uno de los derrames más impactantes registrados en Amazonas hasta la fecha. El 25 de enero, un tramo del Oleoducto Norperuano a cargo de la empresa estatal Petroperú se rompió, por falta de mantenimiento, a la altura del kilómetro 411. Más de 3 000 barriles de crudo se vertieron en la quebrada Inayo, contaminando luego los ríos Chiriaco y Marañón, cerca de donde viven alrededor de 2 000 personas. Según la Red de Salud de Bagua, 45 comunidades quedaron expuestas, de las cuales cuatro —Nazareth, Umukai, Wachapea y Pakún— se encontraban en mayor riesgo debido a las labores de limpieza improvisadas. Hasta 300 personas, incluidos al menos 60 niños, fueron contratados por la misma empresa responsable del desastre para recoger petróleo, a cambio de entre 20 y 50 soles (aproximadamente 5-12 €) por cilindro, según admisión del propio personal de Petroperú.

«Cuando hubo el derrame, el río se contaminó. La gente que vive de lo que pesca o cultiva se vio obligada a seguir consumiendo lo que encontraba. Yo, incluso siendo técnica, como pescado y a veces me salen ronchitas en la piel. También llegan pacientes con erupciones en el cuerpo después de bañarse o comer pescado del río. En un mes pueden seguir presentándose unos cinco casos así», relata Janett Tuyas Guillermo, técnica en enfermería del puesto de salud de Nazareth desde hace casi 20 años. 

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Janett Tuyas Guillermo trabaja en el Puesto de Salud de Nazareth desde su fundación en 2006. Pertenece al pueblo Awajún. Cuando las comunidades más aisladas no pueden acudir al puesto, junto a otras técnica enfermeras, camina o paga de su propio bolsillo el transporte para ir a visitarlas.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

Janett Tuyas Guillermo trabaja en el Puesto de Salud de Nazareth desde su fundación en 2006. Pertenece al pueblo Awajún. Cuando las comunidades más aisladas no pueden acudir al puesto, junto a otras técnica enfermeras, camina o paga de su propio bolsillo el transporte para ir a visitarlas.

Según lo que nos comenta el Pamuk —el líder— de la comunidad de Nazareth, Roger Yampis Agkuash, en el río de vez en cuando siguen encontrando petróleo. Los síntomas de exposición al crudo suelen desaparecer al cesar el contacto, pero la exposición prolongada puede dañar el sistema nervioso central e incluso resultar fatal en dosis elevadas.

La falta de vigilancia toxicológica y ambiental en las comunidades afectadas dificulta comprender el impacto en la salud de la población y determinar si, y en qué medida, el rio continúa contaminado. Los últimos análisis disponibles datan de 2016, cuando organismos independientes como el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), el Instituto de Defensa Legal (IDL) y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) enviaron muestras de sangre y cabello de 25 niños y adolescentes Awajún a un laboratorio canadiense. Allí se hallaron niveles elevados de plomo, cadmio, arsénico y mercurio, varios meses después del derrame. 

Desde el 24 al 26 de febrero 2016, la Microred de Salud Chiriaco, entidad coordinadora de salud bajo la dirección directa de la Red Integrada de Salud de Bagua – RIS, junto con la Defensa Nacional del Ministerio de Salud (MINSA), efectuó evaluaciones médicas a las personas expuestas al crudo, sin identificar síntomas de intoxicación. La Microred insiste en que se está brindando un “seguimiento médico constante” y que tanto la RIS como la Dirección Regional de Salud de Amazonas - DIRESA proporcionan atenciones especializadas. Sin embargo, hasta la fecha no se han emitido datos públicos sobre el estado de salud de los afectados.

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La directora de la Microred Chiriaco, Ysabel Cabanillas Hernández, comenta sobre las intervenciones en salud realizadas tras el derrame de petróleo de 2016.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

La directora de la Microred Chiriaco, Ysabel Cabanillas Hernández, comenta sobre las intervenciones en salud realizadas tras el derrame de petróleo de 2016.

La percepción generalizada en las comunidades es que las pruebas realizadas fueron insuficientes para evaluar sus condiciones de salud. El Pamuk Roger recuerda que los médicos que visitaron Nazareth en 2016, “ni siquiera llevaban equipo con ellos”.

Convoca Perú, medio digital de investigación periodística, reporta que, en las intervenciones sanitarias realizadas tras la aprobación ministerial de un plan de acción de salud dirigido a las comunidades afectadas por el derrame de 2016, los médicos se limitaron a prescribir pastillas de paracetamol o ibuprofeno, sin efectuar las pruebas necesarias para medir la presencia de metales pesados en los organismos —como análisis de orina, sangre o tejidos, tal como recomiendan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC)—.

La salud de la selva: un cuadro complejo

Los derrames de petróleo no solo contaminan ríos y suelos, sino que comprometen la seguridad alimentaria, la salud y la supervivencia cultural de los pueblos indígenas amazónicos. 

Por un lado, la precariedad de los recursos y de las estructuras disponibles es alarmante. En Nazareth solo existe un puesto de salud de categoría I-1, es decir, el nivel más básico dentro de la estructura del sistema sanitario en Perú. Este tipo de establecimiento debería contar con personal técnico, aunque no con médicos cirujanos. Sin embargo, en la práctica, el puesto no cuenta con ningún médico desde 2011, ya que el equipo está conformado por dos técnicas, de las cuales, además, solo Janett es Awajún. Si alguien se siente muy mal, debe ser trasladado  a Chiriaco y, si el caso es grave, hasta Bagua, a casi dos horas en coche por un camino serpenteante. En enero de 2025, Acción contra el Hambre, con el apoyo financiero de la Unión Europea, entregó al puesto equipamiento básico esencial —coche de curaciones, oxímetro, balanza pediátrica, tensiómetro con estetoscopio, porta sueros, entre otros—.

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En un informe de 2023, la Contraloría General de la República advirtió que el 37% de los establecimientos de salud públicos del primer nivel de atención visitados ni siquiera contaban con los servicios básicos mínimos. De aquellos que carecían por completo de energía eléctrica, agua potable, desagüe y/o alcantarillado, 11 se encontraban en la región Amazonas. Fotografía tomada en el Puesto de Salud de Nazareth.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

En un informe de 2023, la Contraloría General de la República advirtió que el 37% de los establecimientos de salud públicos del primer nivel de atención visitados ni siquiera contaban con los servicios básicos mínimos. De aquellos que carecían por completo de energía eléctrica, agua potable, desagüe y/o alcantarillado, 11 se encontraban en la región Amazonas. Fotografía tomada en el Puesto de Salud de Nazareth.

Por otro lado, y a pesar de los compromisos internacionales, la adecuación intercultural de los servicios de salud sigue siendo insuficiente. El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece que los estados firmantes tienen la obligación de promover y desarrollar programas de salud con enfoque intercultural. En el nivel más elemental, esto significa garantizar la presencia de personal que domine la lengua indígena para poder comunicarse efectivamente con los pacientes. 

Más allá del idioma, sin embargo, la interculturalidad se fundamenta en la sinergia y el respeto mutuo hacia la medicina tradicional en todas sus formas, como el acompañamiento de parteras, el uso de plantas medicinales o la recuperación de prácticas como el parto vertical, entre otras.

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En la cultura Awajún, las gestantes suelen dar a luz de pie. Foto tomada en el Centro de Salud Chiriaco, de categoría I-3.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

En la cultura Awajún, las gestantes suelen dar a luz de pie. Foto tomada en el Centro de Salud Chiriaco, de categoría I-3.

Si bien se observa con optimismo que cada vez más jóvenes Awajún muestran interés en estudiar medicina, lo que “debería ir acompañado de un mayor esfuerzo para abrir becas dirigidas específicamente a los pueblos indígenas, que son los más vulnerables, pero también los más capacitados para atender a su propia gente”, como señala la directora de salud del GTAA, en las comunidades persiste la preocupación por la pérdida progresiva de la medicina ancestral.

El Pamuk Roger ofrece una doble explicación:  por un lado, los diagnósticos recaen hoy mayoritariamente en médicos no Awajún, que no están formados en el conocimiento tradicional; pero, por otro, son también las generaciones más jóvenes quienes van dejando de aprender de los sabios y sabias de la comunidad.

”Anteriormente nuestros ancestros no usaban medicinas farmacéuticas; para curar fiebre, diarrea, dolores de cabeza, incluso hepatitis, se usaban plantas medicinales. Ahora nosotros nos estamos olvidando; ya no aprendemos de los sabios y sabias. Sembrar plantas medicinales requiere tiempo y dinero, y la gente tiene necesidades económicas más urgentes”. 

Sin embargo, lo considera necesario, ya que ”la medicina occidental ayuda a calmar el dolor, pero realmente no nos cura”, reflexiona con firmeza.

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El Pamuk Roger Yampis Agkuash. Se convirtió en líder de su comunidad el 5 de febrero del año 2023.

© Eva Luna Maes para Acción contra el Hambre

El Pamuk Roger Yampis Agkuash. Se convirtió en líder de su comunidad el 5 de febrero del año 2023. 

Sobre el proyecto 

Desde el año 2023, Acción contra el Hambre, en convenio con el Gobierno Territorial Autónomo Awajún (GTAA), ejecuta en la región Amazonas el proyecto “Respuesta Rápida Indígena – RRI”. Su objetivo es fortalecer las capacidades de la Institucionalidad Indígena Awajún para la preparación y respuesta ante derrames de petróleo y otros desastres.

El proyecto se articula en tres componentes: 1) gestión del riesgo de desastres, 2) reducción de brechas en salud y 3) fortalecimiento institucional. Con ello, se busca que líderes y comunidades del pueblo Awajún se conviertan en agentes activos en la defensa de su territorio y la respuesta a emergencias, trabajando junto al Estado y al sector privado.

Hasta la fecha, las intervenciones han beneficiado a 47 comunidades indígenas, alcanzando a 11,914 personas (57% mujeres y 43% hombres), entre adultos, jóvenes, adolescentes, niñas y niños de los distritos de Imaza y Santa María de Nieva, provincias de Bagua y Condorcanqui, región Amazonas.

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