

ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE CONVOCA A LÍDERES INTERNACIONALES PARA FRENAR LA DESNUTRICIÓN INFANTIL
Cada día mueren 6.000 niños y niñas por malnutrición: una tragedia silenciosa que se puede prevenir
Si 19 aviones se estrellaran cada día, el mundo entero estaría en estado de emergencia. Sin embargo, esa es la cifra equivalente de muertes infantiles diarias por malnutrición crónica.
Un grupo de expertos internacionales reunidos en Barcelona han lanzado una contundente llamada a la acción tras una jornada de análisis, organizada por Acción contra el Hambre y la Fundación Nous Cims, sobre la malnutrición crónica infantil, una condición que afecta a más de 150 millones de niños y niñas en el mundo y que deja secuelas irreversibles en su desarrollo físico, cognitivo y emocional.
“El agua y la higiene son temas que suelen quedar al margen del debate sobre la malnutrición crónica, pero son absolutamente fundamentales para combatirla”, afirma el profesor e investigador del London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM), Oliver Cumming. “Estamos ante un desafío global que afecta a 150 millones de niños y niñas. No basta con hablar de alimentos: necesitamos un enfoque multisectorial que incluya salud, entorno y políticas públicas. La prevención debe comenzar en los primeros meses de vida, porque después de los cinco años, los déficits se vuelven crónicos y afectan a toda la sociedad. Países como Brasil, Perú y Bolivia ya han demostrado que es posible avanzar, pero necesitamos ambición pragmática y coordinación eficaz para lograr un cambio real”.
Abordar la malnutrición desde un enfoque comunitario
“Trabajar con agentes comunitarios ha sido clave para detectar y tratar la malnutrición de forma más temprana y eficaz”, explica la senior advisor iCCM e investigadora del departamento de Nutrición y Salud de Acción contra el Hambre, Pilar Charle Cuéllar. Desde 2014, su equipo ha identificado barreras como el coste del transporte a los centros de salud y ha demostrado que los trabajadores comunitarios tienen un acceso más rápido a los niños y niñas con mayor riesgo de morir.
“La malnutrición no es solo falta de alimentos. Es falta de agua potable, de higiene, de salud mental materna, de cuidados, de políticas públicas coherentes…”, afirma Marco Kerac, del London School of Hygiene and Tropical Medicine. El enfoque debe ser multisectorial y comunitario, con especial atención a los primeros 1.000 días de vida, donde se juega el futuro de cada niño.
La lactancia materna exclusiva, el cuidado afectivo y la estimulación temprana son tan importantes como los nutrientes. “Un niño bien alimentado, pero sin afecto no florece”, advierte el especialista en Desarrollo Infantil Temprano en UNICEF, Eduardo García Rolland. Y añade: “Si no implicamos a los padres, fracasaremos”.
Por su parte, Eva Iráizoz, referente técnica en prevención y malnutrición crónica de Acción contra el Hambre, destaca que la lactancia materna exclusiva es clave para prevenir el retraso en el crecimiento infantil, pero su éxito depende de un enfoque multisectorial y de la implicación activa de toda la familia, incluidos los padres. A través del proyecto CRESCER en Angola, se evidenció que las intervenciones verticales no bastan: es necesario actuar desde múltiples frentes y en los primeros seis meses de vida. Aunque la evidencia científica aún es limitada, los beneficios de la lactancia exclusiva van más allá de lo nutricional, impactando positivamente en la salud, el desarrollo infantil y el bienestar socioeconómico familiar.
Proyectos que empoderan comunidades: el ejemplo de Angola y Senegal
Iniciativas de Acción contra el Hambre como CRESCER en Angola y Boolo Xeex Xuibon en Senegal han demostrado que cuando las comunidades lideran el cambio, los resultados son sostenibles. En solo una semana, una comunidad re-construyó su propio centro de salud. “Este proyecto nos pertenece”, dijeron sus líderes.
La gestora de programas de Nutrición en la Fundación Nous Cims, Inés Azaiez, apuesta por este enfoque transformador: “Nos alejamos del asistencialismo para poner el liderazgo en manos de las propias comunidades. No solo actuamos en el presente, sino que construimos junto a ellos una visión a 10 años, recogiendo sus ideas, prioridades y sueños. Son los verdaderos protagonistas del cambio”.
Por otra parte, el enfoque de género es clave: no basta con empoderar a las mujeres si no se equilibra la carga de cuidados y se garantiza su participación en la toma de decisiones. La malnutrición es un problema prevenible que se combate con equidad, dignidad y justicia social, al tiempo que requiere voluntad política, inversión en la infancia y una narrativa que despierte conciencias. “No podemos seguir tratando la malnutrición como un problema técnico. Es una emergencia humana”, concluyen los expertos.