¿Qué factores causan la feminización de la pobreza en el mundo?
La feminización de la pobreza es un problema que vulnera los derechos humanos y tiene un impacto a nivel mundial, ya que este problema frena el crecimiento económico, además de su desarrollo social como individuos. Es una brecha de género que impide a las mujeres tener independencia económica, las priva de una educación competitiva, de asistencia médica igualitaria y del acceso a los recursos básicos.
En cuanto a la definición de la feminización de la pobreza, se trata de aquellos mecanismos y barreras económicas, sociales, culturales y hasta judiciales, que provocan que muchas mujeres se encuentren expuestas al empobrecimiento de su calidad de vida.
Según cifras de la Organización de Naciones Unidas, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres. Se trata de un dato alarmante, que se agrava al ver que una de cada cinco niñas en el mundo sufre de pobreza extrema. Es decir, están por debajo del umbral de pobreza.
Las mujeres pobres tienen mayores dificultades para tomar decisiones en la sociedad o de participar de forma activa en la vida política de su país. Se ve reflejada una gran brecha de pobreza y desigualdad de género en este aspecto de la sociedad.
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Mujeres pobres en el mundo
La impresión generalizada, en la actualidad, es que la vida de las mujeres está mejorando en todo el planeta y tienen cada vez más oportunidades. Sin embargo, esta creencia puede llevar a la confusión de pensar que ya está todo el camino andado. Por un lado, porque los derechos de las mujeres están a años luz de igualarse a los de los hombres en la mayor parte de países en vías de desarrollo del mundo. Por otro, porque incluso en los países occidentales más avanzados, todavía no se puede hablar de una verdadera igualdad entre ambos sexos en muchos ámbitos sociales y económicos.
De hecho, los datos de Amnistía Internacional reflejan el crecimiento del empobrecimiento material de las mujeres, el empeoramiento de su calidad de vida y la vulneración de sus derechos fundamentales. Todo esto es el reflejo de lo que se conoce como la feminización de la pobreza.
Aunque gracias a la globalización de la sociedad hayamos conseguido avances como que sea posible leer este post en un ordenador o en un teléfono móvil desde cualquier lugar del mundo, lo cierto es cierto que, en ciertos ámbitos, los derechos y libertades de las mujeres siguen estando completamente atrasados. En especial, en países donde la equidad social y de género son todavía un desafío que está empezando a dar sus primeros pasos.
De hecho, las relaciones de poder que afectan de una manera distinta a hombres y mujeres (aunque también lo hacen por diferencia de etnias, edades, religiones, etc.) hace muy patente que la falta de derechos de las mujeres sea un factor más en lo que respecta a la multidimensionalidad de la pobreza.
Según indica un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas, CEPAL, es necesario que se fomente la conciliación de la vida privada con la doméstica en la que los hombres todavía deben hacer un ingreso masivo.
A su vez, la pobreza económica es un fenómeno de violencia estructural en el proceso de exclusión de grandes sectores de la población. Sin lugar a duda, las mujeres son víctimas de este tipo de violencia, del que son todavía más vulnerables las niñas. Aunque es duro de asumir, podemos decir que la pobreza tiene rostro de mujer.
Según cifras de la Organización de Naciones Unidas, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres. Es alarmante ver que una de cada cinco niñas en el mundo sufre de pobreza extrema. Es decir, están por debajo del umbral de pobreza.
Ejemplos de desigualdad de género
Como hemos visto, la feminización de la pobreza nace de distintas causas. Una de ellas, sin lugar a duda, se origina a partir de la desigualdad de género. Conozcamos situaciones actuales donde se vive esta desigualdad:
-Desigualdad de género en el trabajo
No hace falta mirar hacia los países más pobres del mundo para ver la desigualdad en el trabajo entre hombres y mujeres. Si bien es cierto que en países como Pakistán y Nepal la diferencia entre el salario de un hombre y el de una mujer por el mismo trabajo es de más del 60% y el 45% respectivamente, en Occidente es un problema que todavía sigue sin resolverse. Sin ir más lejos, en España las mujeres cobraron, de media, un 11% menos que los hombres en 2020. Un dato que casi se duplica en sectores como la ciencia y la tecnología, donde la brecha salarial alcanza el 18%. Según los cálculos más recientes de la OCDE, numerosos países ricos tienen una brecha salarial superior. Por ejemplo, Japón (25,7 %), EE. UU. (18,9%), el Reino Unido (17,1%) o Alemania (15,7%).
Pese a todo, España está lejos de la brecha salarial entre hombres y mujeres que hay en países de su entorno como Suiza o el Reino Unido, donde la diferencia de lo que gana un hombre y una mujer es del 37% y el 35%, respectivamente, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.
Actualmente, las mujeres de África, Asia y América Latina siguen ganando un 20% menos que los hombres. Las brechas de empleo son más que evidentes, puesto que además de aceptar salarios más bajos, tienen jornadas más prolongadas, sin oportunidades para ascender, se exponen a riesgos de salud, falta de seguridad y de ser vulnerables a la violencia y el acoso.
Aun así, es muy distintiva esta brecha salarial de España, ya que por cada euro que gana un hombre, una mujer recibe 77 céntimos.
La erradicación de la pobreza ha sufrido su peor revés en el año 2020 y se estima que hay en el mundo 47 millones más de mujeres y niñas por debajo de la línea de pobreza, hubo un aumento del 9,1%.
-Desigualdad de género en la conciliación
La desigualdad de género en el mercado laboral es una realidad. Las mujeres siguen teniendo salarios menores en comparación con los hombres, y la tasa de desempleo es mayor.
Esta situación genera que la mujer no logre, en la mayor parte de los casos, una dependencia económica, por lo que en la mayoría de hogares la situación más normalizada coincide con los estereotipos: mujeres que tienen como única opción ocuparse de las tareas del hogar o bien mujeres que, teniendo además una profesión remunerada, son además las únicas responsables de las tareas del hogar y la crianza de los hijos.
-Riesgo de exclusión social en las mujeres
En los últimos años, la brecha de pobreza entre hombres y mujeres se ha extendido, según los datos de ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La erradicación de la pobreza ha sufrido su peor revés en el año 2020 y se estima que hay en el mundo 47 millones más de mujeres y niñas por debajo de la línea de pobreza, hubo un aumento del 9,1%.
El riesgo de exclusión social es cada vez mayor en las mujeres, la falta de participación en el mercado laboral, pocas oportunidades en formación académica, sin acceso a vivienda u otros servicios. Además del deterioro en su calidad de vida, inciden de forma simultánea, y también por separado, en los procesos de exclusión.
¿Qué es y para qué sirve la perspectiva de género? Es un concepto que identifica, cuestiona y valora la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres en el mundo, ayuda a comprender la vida entre mujeres y hombres y la relación entre ellos. Su objetivo es solucionar el desequilibrio que existe en la actualidad y también analiza la forma de cómo la sociedad ve que deben comportarse los sexos.
Una de las bases de la perspectiva de género es buscar la igualdad para evitar y eliminar situaciones de violencia, marginación e injusticias. La feminización de la pobreza puede verse favorecida porque se reconoce la desigualdad y se analizan las necesidades de las mujeres para que tengan voz y sean tratadas por igual en el trabajo, en la educación y en la salud.
Luchemos por erradicar la feminización de la pobreza en el mundo
En Acción Contra el Hambre hemos visto cómo el COVID-19 ha tenido un impacto negativo en la igualdad entre mujeres y hombres. Durante el año 2021, nuestros Programas de Acción Social han tenido una perspectiva transformadora de género, desde su diagnóstico hasta su evaluación, con proyectos de empleo, formación y emprendimiento.
En España, trabajamos con familias en situación de vulnerabilidad que necesitan las herramientas necesarias para luchar contra la exclusión sociolaboral. Ayudamos a más de 4.500 personas a encontrar un trabajo o emprender, a través de 119 proyectos distintos que les permiten acceder a medios de vida.
En Acción Contra el Hambre sabemos que es necesaria la implementación de políticas públicas por parte de los gobiernos para que haya igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Es decir, normativas y leyes que aseguren la mejora en la distribución de las riquezas y que obliguen a incluir la perspectiva de género en el mundo empresarial.
Nosotros trabajamos para lograr la igualdad de género y que se reduzca el índice de pobreza en el mundo, especialmente de las personas vulnerables como niñas y mujeres. Contamos con numerosos proyectos para disminuir los porcentajes de personas en riesgo de exclusión social.
¡Ayúdanos a continuar empoderando a las mujeres y lograr terminar poco a poco con la pobreza!