Sahel: urge actuar ya para evitar otra crisis alimentaria histórica
35 millones de personas en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger no tendrán prácticamente nada para comer entre junio y agosto.
Alrededor de 35 millones de personas en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, países que integran la región africana de Sahel, sufrirán crisis aguda de alimentos y medios de subsistencia, es decir, que no tendrán prácticamente nada para comer, y sufrirán inseguridad alimentaria y desnutrición, en el próximo periodo de entre cosechas, la temporada anual de escasez, entre junio y agosto.
Esta es la principal conclusión que se desprende del informe Sahel: evitar otra histórica crisis alimentaria que hemos publicado desde Acción contra el Hambre. Este informe está basado en evidencias directas recabadas por la propia organización en el terreno, y concluye que sólo una respuesta de acción humanitaria, adicional a la que ya se tenía prevista, podría evitar la mayor crisis alimentaria de la última década en la región africana del Sahel.
Desde el pasado mes de noviembre, nuestros sistemas de alerta temprana , a través de evidencias como la degradación de los pastos, la mortalidad del ganado, la subida de ciertos alimentos básicos o el incremento de niños desnutridos en centros sanitarios, nos venían avisando de que algo iba muy mal.
Empezamos a constatar que se avecinaba una inminente crisis alimentaria, que ya está amenazando a cerca de 27 millones de personas en el Sahel y, que, si no hacemos nada, podría llegar a 35 millones de personas. Esta crisis es la tercera crisis consecutiva que se da en esta región y que, en años anteriores, ha afectado a 21 y, el anterior, a 15 millones de personas. La progresión es geométrica y pone en tela de juicio, no solamente la seguridad alimentaria, sino la estabilidad de toda esta región.
Persistencia de conflictos, COVID-19 y cambio climático
Según este informe, los tres factores determinantes para esta situación crítica en el Sahel son, por un lado, la persistencia de conflictos en la zona, que ha desplazado a más de 9 millones de personas y ha destruido medios de vida o distorsionado sistemas económicos locales; en segundo lugar, las consecuencias de las medidas restrictivas de movimientos ante la COVID-19, que han impedido que cientos de miles de ganaderos puedan trashumar con su ganado en busca de agua y pastos y poder llegar a sus zonas de mercados; y, por último, el impacto, un año más, de la crisis climática en forma de sequías, degradación de la biomasa o inundaciones.
“Enfrentamos una crisis que necesita de una respuesta rápida y concertada por parte de los países afectados y la comunidad internacional. Hay que actuar, no solo pensando en atajar la crisis hoy, sino en intentar poner las bases para que no se perpetúe en los próximos años. Pero este año si no actuamos decidida y ágilmente, el hambre impactará con la misma rabia que en las peores crisis del año 2012 o del año 1984”. Manuel Sánchez Montero director de incidencia y relaciones institucionales de Acción contra el Hambre.
Cumbre euroafricana
La cumbre euroafricana que afronta temas como la inversión en políticas públicas, buena gobernanza o seguridad, ha recibido las críticas de la sociedad civil africana y europea, debido al nulo espacio que deja para su participación real en la toma de decisiones.
“Es imprescindible la exoneración de las medidas sancionadoras impuestas por la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) a un país como Mali, a los bienes, transacciones económicas y movimiento de personas dedicados a la respuesta humanitaria, así como al mantenimiento de servicios básicos esenciales como la sanidad (que depende en un 60% de la cooperación internacional).
Desde nuestra organización, alertamos y llamamos la atención de los estados que participan en la cumbre Europa-África para que hagan un esfuerzo no solamente en incrementar los recursos destinados a la seguridad alimentaria y a los bienes esenciales de estas poblaciones en esta región, si no para que avancen y adelanten esa respuesta ahora. No hacerlo supondrá que, dentro de unos pocos meses, las personas que están amenazadas por la crisis alimentaria directamente se añadirán a las que ya están sufriendo una situación extremadamente crítica o fallecerán.