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Hayat doing the dishes in the common kitchen at the collective shelter
Hayat doing the dishes in the common kitchen at the collective shelter
Hayat fregando los platos en la cocina común del refugio colectivo

La lucha de Hayat por proteger a sus hijos en medio del desplazamiento y el conflicto en Líbano

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Hayat, una madre de los suburbios del sur de Beirut, nunca imaginó que tendría que huir de su casa, pero cuando el conflicto se intensificó, no tuvo elección. La zona a la que llamaba hogar fue bombardeada intensamente, y su familia estuvo en peligro constante. "Si hubiera dependido de mí, no habría abandonado mi hogar", afirma. Sin embargo, cuando los bombardeos se intensificaron, sus hijos le suplicaron que huyera. A pesar del miedo y de lo desconocido, Hayat tomó la difícil decisión de marcharse, llevándose a su hija de 17 años, mientras que sus otros tres hijos se quedaron.

"El bombardeo era tan intenso que me lanzaba de una parte a otra de mi casa", recuerda, describiendo los aterradores momentos antes de abandonar su hogar. El camino hacia la seguridad no fue fácil. Hayat y su hija tuvieron que viajar por carreteras peligrosas, sin saber dónde iba a ser el siguiente ataque. La amenaza constante de aviones de guerra y bombardeos aumentaba su ansiedad.

A las 4 de la mañana, tras una ronda de bombardeos especialmente brutal, Hayat y su hija se dirigieron finalmente a una escuela convertida en refugio colectivo en Bir Hassan, en los suburbios de Beirut. Era una solución temporal, pero les ofrecía una pequeña sensación de seguridad en comparación con el caos del que acababan de escapar. Aun así, sus vidas distaban mucho de ser estables. El modo de vida de la familia había quedado trastocado. Antes del conflicto, Hayat y su familia se las arreglaban para cubrir sus necesidades con el trabajo, pero ahora uno de sus hijos perdió su empleo, mientras que los otros dos, que siguen trabajando, arriesgan su seguridad cada vez que salen de casa.

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The room of Hayat and her daughter in the collective shelter divided into two (being used for two families).
La habitación de Hayat y su hija en el refugio colectivo dividida en dos (se utiliza para dos familias). Acción contra el Hambre

"Antes vivíamos bien, pero ahora todo es peligroso. El coste de la vida es más alto, y muchas cosas que antes eran pequeños problemas ahora son necesidades urgentes", explicó Hayat.

Mientras estuvieron en el refugio, Hayat y su hija recibieron ayuda de Acción contra el Hambre con artículos básicos de socorro, alimentos, agua y kits de higiene. La ayuda les proporcionó cierto alivio, pero no fue suficiente para cubrir todas sus necesidades. "Estamos agradecidos por la ayuda, pero la comida nunca es suficiente", dijo. Muchas familias luchan por cubrir sus necesidades básicas, y algunas sacrifican todo lo que tienen para alimentar a sus hijos. "Los niños no soportan el hambre como los adultos", añade. El acceso a los medicamentos es otro problema importante. En el refugio, algunas personas desplazadas padecen enfermedades crónicas como diabetes, asma e hipertensión, pero el acceso a la atención sanitaria es limitado.

Aun así, Hayat mantiene la esperanza. "Lo que nos mantiene fuertes es nuestra fe, nuestra tierra y nuestros hijos", afirma. Por aquel entonces, incapaz de regresar a su hogar debido a las continuas amenazas, se aferraba a la esperanza de que algún día podrían volver. Afortunadamente, esa esperanza se hizo realidad.

A pesar de las dificultades, Hayat encuentra alivio en la solidaridad de la gente que la rodea. "Aquí todo el mundo se ayuda", afirma. "Todos somos iguales en nuestro sufrimiento", recalcó Hayat, subrayando que la compasión existe incluso en los momentos más oscuros.

Lo que más echa de menos Hayat es la paz y la seguridad que tenía antes del conflicto. "Mientras estamos desplazados, nuestra mente está constantemente con nuestros hijos, preguntándonos dónde están y cómo les va", dice, refiriéndose a sus hijos, que tuvieron que quedarse atrás. Cada vez que hay un bombardeo, sus pensamientos se dirigen inmediatamente a ellos.

Para Hayat, el futuro es incierto, pero mantiene la esperanza. "Espero que Dios alivie nuestro sufrimiento para que podamos volver a nuestros hogares. El dinero y las casas se pueden reemplazar, pero la paz se encuentra en tu propio hogar", dijo. "Han muerto demasiadas personas, demasiados niños. La comunidad internacional debe ayudar a detener el conflicto y hacer que los responsables rindan cuentas."

Frente a las dificultades, la fortaleza de Hayat y el amor por su familia siguen siendo la fuerza que la guía. Su historia es un poderoso recordatorio de la lucha diaria a la que se enfrentan los desplazados por el conflicto y de la necesidad de seguir contando con el apoyo de organizaciones humanitarias como Acción contra el Hambre, cuya intervención en el refugio de Hayat contó con el apoyo del Fondo Humanitario del Líbano. A través de iniciativas como la respuesta de emergencia multisectorial a gran escala, centrada en la seguridad alimentaria, la asistencia básica, el agua, el saneamiento y la higiene, la nutrición y el apoyo sanitario a las personas vulnerables en las gobernaciones del Sur y Nabatiyeh, familias como la de Hayat pueden recibir la ayuda que sin duda necesitan.

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