

CONSTRUYENDO UN FUTURO MEJOR PARA LAS MUJERES SIRIAS Y SUS FAMILIAS
Ola tiene 37 años, está casada y es madre de cuatro hijos, tres niños y una niña. En 2012, su familia se vio obligada a abandonar su pueblo debido a los enfrentamientos. Permanecieron desplazados durante ocho años. Finalmente regresaron a casa en 2020 y empezaron a reconstruir sus vidas desde cero.
Su casa había sufrido daños, pero consiguieron repararla. La familia sólo tenía unas pocas ovejas, de las que se ocupaba el marido de Ola. Las alimentaba y las dejaba pastar cuando había hierba disponible. Las ovejas eran su única fuente de ingresos.
"Ordeñaba las ovejas y vendía la leche directamente al lechero", cuenta Ola. "No tenía ningún equipo, ni batidora de leche ni herramientas para hacer ningún producto lácteo. La venta de leche cruda era nuestra única fuente de ingresos, y ganábamos muy poco dinero".
Ola tenía algunos conocimientos básicos sobre la preparación de alimentos, pero le resultaba difícil. "Cuando intentaba hervir la leche , a menudo se cuajaba y la tiraba, porque pensaba que se había echado a perder. No sabía que se podía convertir en queso con unos simples ingredientes. Incluso cuando hacía encurtidos en casa, a veces se estropeaban o los salaban demasiado porque no sabía las medidas correctas."

Todo cambió cuando Acción contra el Hambre, con el apoyo de la AECID, puso en marcha un programa de formación en el pueblo de Ola. El programa ayudó a las mujeres a aprender técnicas de procesamiento de alimentos, cómo hacer queso, encurtidos, mermelada y mucho más.
"La formación nos enseñó mucho", dice Ola. "Aprendimos a medir bien los ingredientes, a mantener los alimentos limpios y seguros, y a aprovechar al máximo lo que tenemos en casa. Me di cuenta de que aún podía utilizar leche cuajada y convertirla en queso añadiendo unos sencillos ingredientes."
Tras la formación, Ola recibió una pequeña subvención para comprar las herramientas que necesitaba. Compró una batidora, ollas, cuencos, coladores, cubos de leche y una bombona de gas.
"Estaba muy emocionada por comenzar. Enseguida empecé a hacer encurtidos y mermeladas. Pero aún no podía hacer productos lácteos porque no había suficiente leche, la temporada se había retrasado por la falta de lluvia y nuestros animales no tenían suficiente hierba para comer. Teníamos que comprar pienso, lo que suponía una carga financiera adicional".
Ola siguió adelante. Ahora trabaja desde casa, mantiene su papel de madre y cuidadora, se ha vuelto económicamente activa y dirige su pequeño negocio. "Mis hijos van a la escuela por la mañana, y yo empiezo mi trabajo llena de energía y alegría. Ya no tengo que vender leche cruda barata. Puedo fabricar mis propios productos. Mis parientes me visitan a menudo para probar mis productos y sentarse conmigo". A sus vecinos les encantan sus productos y los compran directamente en su casa. "Confían en mis productos porque saben de dónde vienen y lo limpios que están".

"Animo a todas las mujeres a construirse a sí mismas, a creer en su trabajo y en el éxito de sus ideas".
Agradecida y esperanzada, Ola concluyó: "Agradezco profundamente a Acción contra el Hambre, a la AECID y a todos los que han contribuido a esta actividad. Sin su apoyo, seguiría vendiendo leche a bajo precio, sin crecimiento ni independencia. Espero ampliar aún más mi proyecto. Pero sigue habiendo un problema: la falta de electricidad. Necesito un frigorífico para mantener frescos mis productos durante más tiempo. Tener acceso a la energía solar supondría una gran diferencia para mí".