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ALICIA Y EL ÁRBOL DE LLUVIA INNOVACIÓN CONTRA LA SEQUÍA EN EL CORREDOR SECO
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Alicia Suchita, de 50 años, vive en una pequeña casa de adobe en Talquezal Centro, una aldea en el Corredor Seco guatemalteco donde la mayoría de las vecinas dependen de la agricultura, especialmente de la siembra del café, para recabar ingresos y que sus familias puedan comer.
Allí, las sequías e inundaciones que cada año llegan con más frecuencia son un golpe más para las familias, que ven como el esfuerzo de meses queda sin recompensa.
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Vecinos de Talquezal Centro, en Jocotán, se encuentran en la carretera principal de la aldea.
América Latina y el Caribe es la única región del mundo en la que la inseguridad alimentaria –falta de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para tener una vida saludable- se redujo en 2023.
Aun así, 181 millones de personas se enfrentaron a este problema de forma moderada o severa.

Alicia es una de ellas. En su familia prácticamente nunca comen grandes cantidades, pero, sobre todo, el problema es que no pueden costearse alimentos diversos y de calidad.
Aquí, Alicia comienza la preparación de las tortillas de maíz que formarán la comida principal para ella y sus nietos.
El maíz y el frijol son la base de su dieta. Para la mayoría de las familias latinoamericanas es un reto poder consumir carne, pollo, leche o huevos de forma habitual.
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Archivo de vídeo
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Sin embargo, en el último par de años, Alicia y otras mujeres de la comunidad han comenzado a poder dedicar algunos ingresos a comprar otro tipo de alimentos y productos gracias a un proyecto innovador liderado por Acción contra el Hambre y la Universidad de Jaén.
Gracias a él, han podido cosechar más, consumir esas verduras y dedicar recursos a productos como sal, jabón o carne.
"Ahora la cebolla está cara en Jocotán, pero desde que empecé a trabajar aquí ya no compro y ese dinero lo puedo invertir en otras cosas, una libra de azúcar, una libra de sal, jabón…”
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Casi 30 mujeres de Talquezal pudieron cultivar estos meses, a pesar de las graves sequías provocadas por El Niño, rábanos, yuca y chatate (o espinaca maya), gracias al “árbol de lluvia”.
En 2022, cuando se instalaron los primeros prototipos y el fenómeno La Niña impactó la zona con fuerza, este proyecto facilitó el aumento en un 16% de la producción de yuca en las cosechas obtenidas en las comunidades, en una zona en la que 1,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria.
El sistema, en apariencia sencillo, está ideado para acumular agua de las precipitaciones y el ambiente y cederla a la planta cuando el suelo está seco y las raíces de los cultivos a los que apoya lo demandan. “Esta cubeta recolectora de lluvia se conecta a través de una pequeña tubería y un emisor con la raíz de la planta. Básicamente actúa como un filtro que otorga a la planta del agua que va necesitando”, explica Gloria Coy, jefa del proyecto en Acción contra el Hambre.
“La idea surge de España. Allí este dispositivo ya estaba patentado con materiales propios de la zona, y Acción contra el Hambre lo que está haciendo es medir su impacto aquí y adaptar el dispositivo con materiales de los que podemos disponer aquí con mucha más facilidad en las comunidades o pueblos cercanos. Queremos que las propias comunidades vean los resultados y puedan replicar los dispositivos en sus casas, porque la disponibilidad de agua es muy escasa."
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